viernes, 19 de diciembre de 2008

Del Sr. Marrón y su inoportuna ocurrencia o de cómo hacer gala de falta de tacto en el contacto


Una calurosa noche de verano encontró al Sr. Marrón en compañía del Sr. Naranja y un sujeto contingente, en una muy pequeña habitación que tenía por únicos muebles una cama de plaza y media y tres damas de dudosa moral y certera enfermedad venérea, muy poco agraciadas y convenientemente económicas. Habiendo las señoritas puesto manos a la obra, ya estaban poniendo bocas (proponiéndose, como es debido, poner, en breve, algo más) cuando sus lascivas intenciones se vieron frustradas por la lánguida falta de cooperación del Sr. Marrón. Luego de un esforzado período de perseverancia bucal, el contrariado Sr. Marrón, siempre dispuesto a entablar conversación, se excusó del siguiente modo:

- Disculpame, pasa que yo siempre tuve un pequeño problema de impotencia con las putas.

Ante tamaña sentencia, ofendida, la mujer pública, elevó su rostro de la zona púbica, aclaró su garganta y replicó indignada:

- ¡Yo no soy ninguna puta!

A lo que nuestro ocurrente Sr. Marrón, no pudo sino responder:

- Bueno, disculpame, puta no: prostituta...
Redactado por: Sr. Gris y Sr. Naranja



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